La vergüenza es una experiencia emocional que no nos gusta sentir, nos desagrada, nos incomoda.. pero es muy importante poder sentirla. Ya que como toda emoción tiene un aspecto adaptativo, es decir es útil sentirla. Para entender esto revisemos que rol cumplió en cuanto a nuestra evolución como seres humanos.
La vergüenza evolucionó como un sistema de defensa, que nos sirve para advertirnos de una posible devaluación por parte de otras personas. Ser valorado por los demás era un recurso crítico para nuestros ancestros. De esto dependía su vida. Hace millones de años atrás había que salir a cazar o recolectar para sobrevivir y podían pasar semanas hasta que se consiguiera comida, en un contexto así, que los demás te valoren eran tan necesario como tener agua y comida. Porque si los demás te querían cuando estuvieses enfermo o no encontrarás comida te iban a cuidar y a ayudar. Ser expulsado de la tribu significaba morir. Como resultado de esto, evolucionamos para tener miedo a ser excluidos. Hoy en dia nuestros cerebros todavía responden como si estuviéramos viviendo en la época de la prehistoria. El miedo a ser devaluados nos aterra. Por esto la verguenza es una de las emociones más dolorosas. De hecho hay estudios científicos que demuestran que esta emoción activa las mismas regiones cerebrales que el dolor físico.
Entonces, resumiendo, la función de la verguenza es hacernos cumplir las normas sociales y lograr ser aceptados/as por la comunidad. Esto en ciertos casos puede ser muy útil. Sé que tengo que ser amable con los demás, decir gracias, tratar de ser puntual. Ceder el asiento a una embarazada, respetar leyes, etc.
Es evidente que la verguenza está muy moldeada por el contexto en el que uno se encuentre, es decir por las normas sociales de ese contexto en particular. De hecho está comprobado que hombres y mujeres sentimos verguenza ante distintas cosas. Y esto tiene que ver con los mandatos sociales. Estadísticamente los hombres tienden a sentir verguenza si se muestran débiles y las mujeres la experimentamos en relación a nuestro aspecto físico, además tendemos a creer que debemos ser perfectas en todo, buena amiga, buena esposa, buena profesional, buena madre (y ser madres ante todo), etc. No es necesario estar de acuerdo con estos mandatos sociales para experimentar verguenza, yo puedo considerar que el casamiento no es necesario pero igualmente sentir verguenza ante la pregunta de si me he casado. Porque lo que importa no es lo que yo creo válido sino cómo creo que los otros me van a evaluar.
Ahora pasemos a hablar de la verguenza desadaptativa, es decir esa verguenza que lejos de ayudarnos nos genera mucho malestar, nos impide lograr nuestras metas y nos aleja de vivir una vida valiosa.
Hay una psicóloga, Brené Brown, que se dedicó durante años a investigar la verguenza y en su libro «El poder de la vulnerabilidad» dice que la verguenza se da cuando creemos que somos defectuosos y, por lo tanto, indignos de amor, pertenencia y conexión con los otros. Segun esta autora las personas que tienen sentimientos crónicos de verguenza dependen muchísimo de la opinión de los demas para sentirse bien consigo mismas y esto se relaciona con su historia de vida, es decir con los aprendizajes que se hayan hecho y el contexto cultural. Por ejemplo, si durante tu infancia tus padres te prestaban mucha atención cuando sacabas buenas notas en el colegio puede que hayas internalizado la idea de que eres merecedora de amor solo cuando tienes un desempeño destacable. O si sufriste historias de abandono quizás creas que hay algo malo en ti que hace que los otros no te quieran y vivas con un temor constante de experimentar signos de desaprobación por parte de otros. O que si tu madre te repetía que estabas gorda hayas aprendido a sentir vergüenza de tu cuerpo y te pongas ropa grande y holgada para ocultar tu cuerpo.
Es posible aprender a responder a los sentimientos de verguenza de una manera que no impacte negativamente en nuestra vida. Lo principal es identificar cuando estamos sintiendo esta emoción, el mindfulness puede ayudar para esto al hacernos más conscientes de los pensamientos que entran y salen de nuestra mente. Pero como la verguenza es una emoción muy ligada a lo social algo fundamental es animarte a comenzar a hablar de la vergüenza con tus seres queridos, animarte a mencionarla. Con una persona que sepas va a responderte con calidez, comprensión y empatía. En caso de que esto se te dificulte otra opción es buscar apoyo psicológico.
Por último la práctica de la autocompasión puede ser de gran ayuda, es decir ser amable contigo misma y con las cosas que te dices. Hablarte del mismo modo en que le hablarías a una buena amiga que estuviese atravesando una situación similar.