El Desorden Límite de la Personalidad afecta a millones de personas en el mundo. El objetivo de esta guía es brindar información válida científicamente, de una forma clara y sencilla. La información que se ofrece a lo largo de este material bajo ningún punto de vista este manual sustituye el consejo de su psiquiatra, psicólogo o psicóloga.
¿Qué es un Desorden de la Personalidad?
Nos referimos en general a un Desorden de la Personalidad, cuando la forma de ser o el estilo de la persona le generan problemas en ciertas áreas:
- su experiencia interna (se siente mal consigo mismo, con angustia o insatisfacción persistente y casi constante),
- en la afectividad (cuando la emoción y los sentimientos se ven perturbados por su intensidad, inestabilidad o cuando la respuesta afectiva es inadecuada),
- en las relaciones con otras personas,
- en las conductas,
Por otro lado, esta perturbación:
- es persistente a lo largo del tiempo (pudiendo haberse iniciado en la adolescencia),
- suele ser inflexible,
- genera malestar en la persona y/o en quienes la rodean.
¿Qué significa Desorden Límite de la Personalidad?
El Desorden Límite de la Personalidad es uno de los once trastornos de personalidad descriptos en los manuales diagnósticos, y está entre los mejores estudiados en la literatura científica psicológica y médico-psiquiátrica, en la actualidad. La palabra límite, limítrofe o borderline es una vieja denominación que actualmente se continúa usando. Dicha denominación ha generado mucha confusión en la comunidad y entre los profesionales, por eso se encuentra en revisión a favor de términos como, por ejemplo, Trastorno o Desorden de Inestabilidad o de la Regulación Emocional. Debido a su uso tan extendido se optó por utilizar esta designación en este texto.
El Desorden Límite de la Personalidad, está caracterizado como un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, y una notable impulsividad, que comienzan al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos. La característica principal del Desorden Límite de Personalidad es que existe una marcada predisposición a actuar de un modo impulsivo sin tener en cuenta las consecuencias, junto a un ánimo inestable. La capacidad de planificación es mínima y es frecuente que intensos arrebatos de ira conduzcan a actitudes violentas o a manifestaciones explosivas; éstas son fácilmente provocadas al recibir críticas o verse frustrados sus actos impulsivos.
Entre las cosas más importantes de la afección que nos interesa entender es que tanto:
- la imagen de sí mismo,
- los objetivos personales y
- las preferencias internas (incluyendo las sexuales) son a menudo confusas o se encuentran alteradas.
La facilidad para verse implicado en relaciones intensas e inestables puede causar crisis emocionales repetidas y acompañarse de una sucesión de amenazas suicidas o de actos auto-agresivos.
Características generales de las personas con Desorden Límite de la Personalidad:
Esfuerzos desesperados para evitar un abandono real o imaginado: Cuando una persona con este desorden percibe la posibilidad de una separación, aunque sea por poco tiempo, de una persona querida, suele experimentar un temor muy intenso a ser abandonada. Ante esto, se siente desesperada y es en estas ocasiones que aparecen también actos impulsivos. En una tentativa de evitar el abandono, estas personas pueden realizar amenazas o reaccionar con mucha ira. A veces en este esfuerzo involucran conductas que podrían ser interpretadas por otros como excesivamente demandantes, impositivas o con intenciones de manipulación.
Ejemplos: “…Mi pareja no había regresado del trabajo aún, habían pasado como 15 minutos. Yo ya estaba en casa, pero en lugar de ponerme a preparar la cena, o escuchar música sólo sentía un enorme hueco. Pensé que me había dejado de querer, que podría estar con otra, qué se yo… Llamé a su celular como veinte veces y al encontrarlo desconectado mi angustia aumentó. Llamé a su madre para saber si tenía idea si su hijo estaba saliendo con otra mujer. Él llegó y me encontró llorando desesperada, medio borracha. Había roto todos los platos de la alacena.” Betiana, 32 años.
“No puedo soportar que me abandonen, tengo miedo todo el tiempo que me dejen. Me pone tan mal que termino haciendo cosas para confirmar que dejarme es mejor que quedarse: es el momento que tengo una crisis.” Susy, 24 años
Inestabilidad y excesiva intensidad en las relaciones interpersonales: quienes padecen el Desorden Límite de la Personalidad, son propensos a los cambios drásticos en su opinión sobre los demás. Pueden ser vistos como personas que brindan incondicionalmente apoyo y contención o, por el contrario y en el otro extremo, como individuos crueles y tiranos. Cuando ven a los demás como cuidadores fieles y leales los idealizan, los consideran perfectos. En cambio, cuando perciben rechazo o abandono por los otros, o cuando éstos hacen algo que no concuerda con las propias expectativas, estas mismas personas pasan a ser vistas como terribles, autoritarias o crueles. Degradan o ensalzan a las personas, cambiando muy rápidamente de un polo al otro. A esto se lo suele denominar Pensamiento Dicotómico: la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación. Estas personas tienden a pensar en términos de todo / nada, siempre / nunca, o lo que llamaríamos coloquialmente «blanco o negro».
Ejemplos: “Siempre siento como un hambre insaciable de algo que es difícil de definir, algo que me hace sentir culpable todo el tiempo o con vergüenza de no sé qué. Me hace mantener distancia de la gente, a ver si descubren que soy rara o caprichosa, o loca. Entonces nada mejor que diversificar. Tengo muchísimos conocidos que me aseguran estar rodeada de gente pero no demasiado cerca de ninguno. Pero ahora conocí a un chico, que parece copado. Estoy que me arrojo a sus brazos para que me cuide. Él es perfecto para mí. En las dos o tres veces que nos vimos estaba claro que éste era él. Es todo lo que he soñado. ¿Qué pasará cuando se dé cuenta de con quién está? Mejor no lo veo más. Me asusta”. “Antes me acercaba a cualquier persona que me parecía amigable, con la esperanza de que se iba a ocupar de mí. Y cada vez me daba cuenta (con mucho dolor) de que ninguna de esas personas era capaz de cuidarme en la forma en que yo lo necesito. Siempre terminaba peleándome, me parecía que me traicionaban.» Vero, 25 años.
“Mi mamá dice que no puede entender que un día la odie, y al otro la adore… pero es así” Rafa, 29 años
Inestabilidad en la imagen que tienen de sí mismos: de manera homóloga a la vivencia que tienen con otras personas, quienes sufren de este desorden son extremadamente duros consigo mismos. La imagen que tienen de sí es muy variable lo que provoca inseguridad en ellos mismos. Por lo general su autoimagen está basada en ser desgraciados o incompletos y a veces experimentan la sensación de «no existir». Esto ocurre especialmente frente a la percepción de falta de relaciones significativas.
Ejemplo: “Tengo una habilidad camaleónica para parecerme a las personas con las que estoy. Pero lo hago más para engañarme a mí que para engañarlos a ellos. Cuando me transformo en otra persona, no es como si me disfrazara; realmente paso a ser otra, la que me gustaría ser. El proceso no es realmente consciente. He pasado tanto tiempo haciendo esto que no sé quién soy. Me siento irreal, falsa.» Feli, 35 años.
Como consecuencia de la inestabilidad de la auto imagen, muchas veces muestran cambios bruscos en distintos aspectos, como por ejemplo en aspiraciones profesionales, objetivos, valores, planes a futuro, tipo de amistades, entre otras cosas. Son frecuentes las pérdidas repetidas de trabajo, las interrupciones de estudios o de tratamientos y las rupturas de relaciones.
“Es bastante desesperanzador… He tenido como una docena de terapeutas en distintos momentos. El primero es al que me mandaron a los 16 porque era un desastre. Después he ido por motus propio. Posteriormente a esos tratamientos, no siento que yo haya dejado de ser un desastre. A veces me han dicho que tengo problemas para sostenerlos, puede que sea cierto, o bien porque demasiada proximidad me asusta, o porque me hace falta demasiada proximidad.» María, 39 años.
Impulsividad: que puede convertirse en peligrosa para sí mismos (por ejemplo: abuso de sustancias e ingesta de fármacos, atracones de comidas, manejar temerariamente, gastos excesivos) y otras conductas como la auto agresión (por ejemplo: lastimarse la piel, realizarse cortes). Cuando la ansiedad es intolerable, pueden poner en práctica alguna de estas conductas, que momentáneamente sienten como «calmantes».
Suelen aparecer intentos de suicidio o amenazas suicidas recurrentes, o deseos persistentes de desaparecer o no despertarse por las mañanas: este es quizás uno de los puntos más preocupantes de este desorden y muchas veces el motivo por el cual se recurre a la ayuda profesional. Estas conductas pueden ocurrir durante experiencias disociativas (se explica más adelante), y tienen por lo general la función de aliviar un malestar. A veces se utilizan para calmar el intenso sufrimiento, y otras para reafirmar la capacidad de sentir, que en esos momentos la persona cree que ha perdido. También suelen precipitarse como respuesta frente al temor al abandono, a la percepción de rechazo o a experiencias muy dolorosas o frustrantes.
Ejemplos: “Ayer en el trabajo me dijeron que durante un tiempo no tenía que ir, porque no había mucho para hacer. Pensé que otra vez me quedaba sin trabajo, que iba a estar todo el tiempo en mi casa. Cuando volví sentía mucha angustia, fui a la heladera y no paré hasta que comí todo lo que había. Hasta me comí las verduras congeladas del freezer, así como estaban.» Yani, 38 años
“Habíamos terminado de cenar con la familia… Había sido una cena de Navidad muy angustiante y tensa. Mi padre es maltratador y medio milico, menos con mi hermana J. Sólo tiene ojos para ella. La vida, a ella, le sonríe. Mi madre nos hacía callar todo el tiempo. Mi padre había tomado un poco demás, y mi hermano mayor comenzó a enfrentarlo. No llegamos a abrir los regalos. Yo subí a mi habitación y casi sin darme cuenta me vi usando el cutter de la facultad, cortándome la piel de las piernas poco, no profundo, dibujando un sol. No sé cómo, pero otra vez me tranquilicé. Dolía. Yo a veces pienso que son agujeritos para que se escurra el otro dolor”. Sonia, 19 años.
Sentimiento crónico de vacío: las personas con Desorden Límite de la Personalidad suelen experimentar esta sensación casi constantemente. La experiencia es vivida de manera extremadamente dolorosa y expresada como desesperanza y una profunda sensación de ausencia de sentido a la vida. Suelen referirse a esta vivencia como si se tratara de «oscuridad» o «agujeros negros internos». Además, nada parece compensar la sensación de gran vacío interior, por lo que buscan siempre algo diferente para hacer. En este sentido, pueden manifestar intensos deseos por una gran variedad de objetos o personas, con los que muchas veces se observa después un alto nivel de insatisfacción.
Ejemplo: “Tengo que estar con alguien porque si no pierdo el contacto con la realidad. No existo, siento un vacío constante que me ahoga. Todo el tiempo busco cosas nuevas para hacer, pero las abandono rápido porque siento que tampoco me sirven.» Esteban, 32 años.
“Paso mucho tiempo deprimida. Hice varios tratamientos para la depresión que no resultaron demasiado. Cuando estoy en esas fases todos me instan a hacer cosas, finalmente dejo de hablar con la gente porque me presionan. Nada me va hacer mejorar, no vale la pena vivir así. Ayer, a pesar de lo mal que me sentía creí que una nueva computadora era indispensable, compré, traje la máquina. Hoy me doy cuenta de que con la vieja máquina estaba todo bien. Pero ambas están apagadas, en sus cajas de cartón”. Marce, 41 años
Inestabilidad afectiva debida a una intensa reactividad del ánimo: esto refiere a que el humor cambia bruscamente y con gran amplitud en la intensidad. Puede observarse durante, por ejemplo, los episodios de malestar, desesperación, irritabilidad, ansiedad, dificultad en el control de la ira, el enojo, peleas verbales y físicas. A veces las personas que los rodean creen que la manifestación emocional es excesiva o inadecuada con relación a los eventos o a la situación que los desencadenan. Los episodios de ira intensa son muy frecuentes. Por lo general se desencadenan cuando consideran que las personas significativas las rechazan, no les prestan la suficiente atención, tienen una actitud injusta o las abandonan. Las expresiones de ira por lo general van seguidas de mucha culpa, y contribuyen a su sentimiento de ser inadecuados o de estar «fallados.»
Ejemplo: “Cuando siento que no puedo controlar todo, me pongo nervioso y me enojo. Obviamente es peor cuando el estrés es mayor. Puedo sentir como un calor que me sube y tengo un ataque. Puedo romperle un hueso a alguien. Generalmente se lo merecen. Siento que me lastimaron y quiero producir el mismo daño. Es cierto que he tenido algunas peleas en la calle. Quedo agitado. Cansado. Vuelvo a casa sintiendo una culpa infinita. A veces tengo que tomar alcohol para bajar. Después no puedo levantarme de la cama por días”. Nico, 32 años.
«A veces siento como si hubiese varias Verónicas. Está la Wonder Woman, que parece que se va a llevar el mundo por delante, y a veces aparece el Guasón, que es capaz de hacer cualquier cosa, cualquier maldad, actuando como una loca, roja de ira. En otros momentos soy como una babosa, que apenas puede moverse. Si bien casi siempre me siento mal, mis estados suelen ser muy cambiantes ante cada nueva situación que se me presenta.» Verónica, 28 años.
Percepción de que alguien quiere o podría llegar a dañarlos: En períodos de mucho estrés puede haber ideas o una percepción de que alguien quiere hacerles daño, que por lo general se relaciona con una sensación de extrema fragilidad.
Síntomas de disociación: La disociación, es una vivencia que todos podemos experimentar. Esto ocurre con acciones que realizamos cotidianamente y de manera casi automática. Una persona que realiza un viaje, al llegar puede haber olvidado todo lo que hizo durante el trayecto, aunque estuvo despierta, caminó desde su casa, subió a un medio de transporte e incluso pudo haber realizado otras acciones, como comprar el diario. Esta sensación de estar “fuera” es lo que se denomina disociación. A veces este mecanismo se convierte en una forma de protección frente a recuerdos, eventos o sentimientos dolorosos. Las personas con este desorden suelen referir estas sensaciones con mucha frecuencia como momentos en que están ausentes. Pueden no recordar cosas que hicieron o tener la sensación de que otro realizó tareas que ellos en realidad hicieron o una sensación de que esos momentos son irreales, como si lo hubieran visto en una película. Igual que muchos de los criterios nombrados en la presente lista, lo más habitual es que estos episodios ocurran como respuesta a situaciones estresantes; por lo general son pasajeros y pueden durar entre minutos y horas.
Ejemplo: «A veces me siento como un robot. Nada parece real. Mis ojos se nublan y es como si lo que está a mí alrededor fuese una película. Cuando vuelvo, la gente me dice que hice o dije cosas que no puedo recordar.» Jasmín, 23 años.
Causas del Desorden Límite de la Personalidad
Las últimas investigaciones indican que la desregulación emocional juega un papel central en el Desorden Límite de la Personalidad. Se entiende por desregulación emocional a la alta vulnerabilidad emocional y las dificultades para regular las emociones en general.
Esta desregulación sería producto de la interacción entre una vulnerabilidad emocional determinada biológicamente y un ambiente invalidante, en particular en la manera en que esta «vulnerabilidad» y este «ambiente» interactúan a través del tiempo en la vida de las personas.
Vulnerabilidad emocional:
Se refiere a:
- una alta sensibilidad a estímulos emocionales negativos,
- una respuesta emocional de gran intensidad,
- retorno lento a la calma
Resumiendo, en las personas con esta vulnerabilidad emocional determinada por la biología, se activan fácilmente emociones en situaciones en las cuales no es de esperar que aparezcan. A esto nos referimos con la alta sensibilidad del primer punto. A su vez, dichas emociones producen una respuesta más intensa de lo predecible y el retorno a la calma toma más tiempo que en el general de las personas. Durante este tiempo el dolor suele ser vivido como insoportable apareciendo la necesidad de serenarse en forma urgente; esto explica las llamadas “conductas impulsivas”.
Ambiente invalidante: se refiere a un contexto en el que recurrentemente se responde, a la persona que luego desarrolla el Desorden Límite de Personalidad, en forma inapropiada a las experiencias privadas (emociones, pensamientos), especialmente durante la infancia. Los ejemplos típicos de lo que ocurre en un ambiente invalidante son restar importancia, trivializar las preferencias, pensamientos y emociones de una persona. Ocurre igual si en el contexto se responde de manera extrema o exagerada a la comunicación de un pensamiento o emoción. En la génesis del Desorden, el ambiente invalidante puede dar lugar a un problema, o no, dependiendo de la vulnerabilidad emocional de la persona. Las niñas y los niños que tienen una predisposición biológica a la desregulación emocional no estarían en las mismas condiciones de aprender, a través de su ambiente, habilidades para modular sus emociones: nombrarlas, calmarse, tolerar el malestar, confiar en sus respuestas emocionales. Esta interacción produciría un déficit en las habilidades para modular las emociones caracterizado por:
- dificultades para inhibir conductas poco eficaces que aparecen en respuesta a emociones negativas,
- dificultades para aquietar la activación fisiológica resultante de una fuerte emoción,
- dificultades para concentrarse en presencia de una fuerte emoción.
El Desorden Límite de la Personalidad sería primariamente una alteración del sistema de regulación emocional resultado de la interacción entre la vulnerabilidad emocional, predispuesta biológicamente y el ambiente disfuncional familiar: básicamente de cómo ambos interactúan a través del tiempo en la vida de las personas. Las características del desorden, entonces, serían secundarias a esta desregulación emocional. Imaginemos un niño o niña con este problema que, en ciertos ambientes invalidantes, no aprende a reconocer, distinguir y nombrar las emociones. No puede aprender la regulación de la intensidad de las mismas, no logra tolerarlas – especialmente las emociones negativas- y no confían en ellas como respuestas válidas a determinados sucesos. Ya adultos, estas personas no logran resolver los problemas de sus vidas, adoptando las mismas características invalidantes del ambiente en que fueron criadas e invalidando sus propias experiencias. Así observan e imitan a otros para tener respuestas más adaptadas a la realidad Generalmente se proponen metas poco realistas, carecen de habilidad para usar el gratificarse por sus logros en lugar de auto castigarse por sus fracasos, sufren sentimientos de odio a sí mismos por no lograr sus objetivos.
Hay seis características fundamentales del Desorden Límite de la Personalidad:
- Vulnerabilidad Emocional, en la que profundizamos anteriormente.
- Auto – invalidación: Es una tendencia a invalidar las propias respuestas emocionales, pensamientos, creencias y conductas, acompañada de expectativas desmedidas hacia uno mismo. Esto puede tener como consecuencia reacciones de enorme vergüenza, odio e ira hacia uno mismo. “A veces, tengo tanta vergüenza por algunas cosas, que dejo de llamar a amigos. Después me entero que no entendieron qué hice o porqué. Definitivamente soy mi peor crítico”. Male, 30 años.
- Crisis impredecibles: Un patrón de frecuentes reacciones impredecibles que generan malestar. Estas crisis a veces son causadas por estilos individuales disfuncionales, otras por situaciones en el contexto social y muchas ocurren espontáneamente. “Siento que vivo al borde. No sé qué significa borderline, pero creo que si se refiere a vivir al borde, yo siento eso. A veces, cuando estoy bien y recobro cierta tranquilidad veo que vivo en las crisis como si fueran un maremoto, y yo, un barquito intentando surfear desesperadamente las olas. Siento que entra el agua, que encima sopla el viento, que llueve, que todo se mueve, que no hay referencias de abajo y arriba, que me ahogo”. Pato, 22 años.
- Duelo Inhibido: Las personas con Desorden Límite de la Personalidad hacen un gran esfuerzo para controlarse. Un ejemplo es la tendencia a inhibir, evitar o controlar excesivamente aquellas emociones que los «inundan» y que derivan de pérdidas o frustraciones. Aún cuando frente a un duelo parecen haber “sobrevivido” más tarde y en otros contextos pueden aparecer, respuestas de tristeza, enojo, culpa, vergüenza, ansiedad y pánico.«Cuando Pedro me dijo que no quería continuar la relación, me desesperé. Ese día estuve discutiendo con él seis horas, estaba desesperada, sentía que no podía estar sin él y que me iba a volver loca. Estuve discutiendo con Pedro y después con los padres que me decían que entienda y que me vaya a casa ese día. Al final llamaron a la policía para sacarme de la casa porque yo no me quería ir y amenazaba con romper la puerta de la habitación, donde se había encerrado Pedro, con un hacha. Al día siguiente seguí mi vida como siempre. Parecía que no había pasado nada, y que me había olvidado completamente de Pedro. Y así fue desde entonces. Nunca más pase por el barrio por donde vive y cuando tengo que pasar por ahí doy una vuelta enorme para evitar cualquier situación que me recuerde el tema.» Silvia, 30 años
- Pasividad Activa: Ante la dificultad de resolver activamente un problema de importancia, la persona con Desorden Límite de Personalidad recurre a un pedido expreso de ayuda a los demás, evitando resolver el problema por sus propios medios. La tendencia es intentar que otro resuelva el problema. “Me sentía muy mal porque hacía mucho tiempo que estaba sin trabajar, estaba muy angustiada. Nadie hacía nada para que yo consiga. Me empecé a pelear con mi novio porque él no se calentaba para conseguirme trabajo, sabiendo lo mucho que yo lo necesitaba.» Eli, 26 años
- Competencia intermitente: Muchas personas con Desorden Límite de la Personalidad aparentan ser más hábiles, capaces o eficaces de lo que son en realidad para algunos aspectos de su vida. Lo central, es que frecuentemente pueden responder eficazmente a ciertas situaciones o desafíos y en otros momentos no, debido a la inestabilidad emocional. Esto suele crear confusión a quiénes rodean a estas personas debido a que éstos no están anoticiados de la emoción que está afectando su perfomance. “Hay días en el trabajo que puedo estar en una conversación traduciendo simultáneamente del inglés y el portugués al castellano para mi jefe. Él está orgulloso de mí en esos momentos, los demás empresarios le hacen notar lo eficiente que soy. Viajamos mucho y yo siempre soy voluntariosa. Me divierte estar corriendo, la hiperactividad, no descansar nunca. Pero hace unos días empecé a sentirme mal, como tantas otras veces. Tenía que enviar un e-mail y no podía. Me senté en la computadora y no sabía cómo seguir. Una cosa estúpida. Él se enojó conmigo. Yo sólo lloraba. Estaba perdida. Al comienzo él tenía paciencia y me decía, “¿Cómo es posible, si ayer hiciste lo mismo, cómo ahora no podes hacerlo?” Ahora se está cansando de mí y eso me deprime aún más. A veces parece que puedo, más tarde, la misma cosa, me parece imposible o estoy nublada por la angustia”. Marcia, 38 años
¿Cuándo consultan las personas afectadas y por qué?
La mayoría de las personas con este problema consultan originalmente por dificultades interpersonales, depresión (50%), trastornos de ansiedad como pánico o fobias, abuso de sustancias, alcohol o trastornos alimentarios. Es muy frecuente la coexistencia del Desorden Límite de la Personalidad con los problemas antes descriptos, y es lo que se denomina “comorbilidad” que es la presencia de más de un trastorno en un mismo paciente. De esta manera se da comienzo al tratamiento. También es frecuente que la consulta se haga ante un intento de suicidio o cuando las ideas de muerte están muy presentes. La intensidad del malestar es tal que muchas de las personas con Desorden Límite de la Personalidad han intentado alguna vez quitarse la vida o dañarse. Los estudios estadísticos indican que el 10% de las personas con Desorden Límite de la Personalidad cometen suicidio e incluso, muchas de las conductas impulsivas las realizan como modos de enfrentarse con el sufrimiento o de tranquilizarse. Algunas y algunos consultantes y sus familias inician tratamiento frente a robos de dinero o cosas. Este fenómeno es recurrente en la clínica cotidiana. Muchos sustraen dinero u objetos sin avisar a sus dueños, principalmente conocidos o familiares. La mayoría de las veces estos sucesos generan problemas interpersonales complejos. A veces ocurre en el marco de la dificultad en el control de los impulsos (comprar compulsivamente, tener deudas, jugar, por ejemplo) y otras ocurre en el marco de la disociación, pudiendo referir incluso no acordarse de los sucesos o desconocer el origen de bienes adquiridos con ese dinero. Muchas veces estas dos cosas suceden simultáneamente. En la misma línea existe el problema de las mentiras. Usualmente las mentiras pueden ser una forma de ocultar conductas problemáticas (por ejemplo los robos o el consumo de sustancias), otras veces son una conducta problemática en sí misma. Otras veces sólo son una forma de construir un mundo con menor sufrimiento, un mundo más habitable, o una forma para ser queridos o no ser abandonados. Las consecuencias a largo plazo en las relaciones interpersonales son causa frecuente de consulta profesional.
Fuente: https://www.fundacionforo.com/