En las personas con Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) muchos sentimientos e ideas son incongruentes y contradictorios. Esto genera situaciones en donde es casi imposible, para los familiares y allegados, predecir un comportamiento. Veamos por ejemplo el siguiente circuito: Como el mundo es percibido como peligroso, las personas con TLP desarrollan un estado de alerta permanente y de defensa pero por otro lado creen ser impotentes y vulnerables con lo cual se sienten profundamente desamparadas. Ambas creencias generan un estado de vacilación entre la autonomía y la dependencia. Podríamos decir que las personas con Desorden Límite de la Personalidad tienen un dilema crónico entre el rechazo hacia los otros, y la necesidad imperiosa de contar siempre con su presencia y apoyo. Si bien lo que caracteriza la experiencia interna de las personas con el desorden es un sentimiento de temor, desesperación, inadecuación y falla, las caras visibles de estos sentimientos son muchas veces la ira y conductas impulsivas producto de la desesperación. De este modo se vuelven “invisibles” quedando a la vista solo un conjunto de reacciones y conductas inapropiadas, desproporcionadas, leídas como agresivas y manipuladoras produciendo intenso dolor en los seres queridos, allegados, familiares. En una espiral que se retroalimenta, esto lleva a respuestas que terminan siendo invalidantes, lo que nuevamente desestima la experiencia interna de la persona con Desorden Límite de la Personalidad.
Los familiares y allegados acuden a profesionales de la salud en busca de consejo y orientación, sin poder comprender qué está pasando, si están haciendo algo mal, o qué podrían cambiar para mejorar la situación. Es frecuente que los familiares y allegados se sientan engañados o manipulados, aún cuando no sea la intención de las personas con este desorden. Es muy importante distinguir entre la verdadera intención de una conducta y sus efectos. Un ejemplo de esto sería cuando una persona con Desorden Límite de la Personalidad hace algo desesperado para no ser abandonada, y los demás interpretan esta conducta como manipuladora.
Testimonio: “Yo creo que lo único que me preocupa es una sola cosa: perder el afecto de alguien, que me dejen de querer. Cuando alguien amaga a dejarme yo me asusto tanto que enseguida me pongo furiosa. El enojo es más fácil de mostrar que el miedo, me hace sentir mucho menos vulnerable. Los otros días mi novio, cuando tuve un arranque con él me dijo que él sabía que yo tenía miedo. En lugar de pelearnos mal, mi furia se derritió, le dije que tenía razón.” Leila, 22 años.
¿Cómo afecta el comportamiento de las personas con Desorden Límite de la Personalidad a quienes las rodean? Este desorden es, en definitiva, un desorden vincular, es decir, donde hacen falta al menos dos. Es claramente un desorden de las relaciones emocionales y afectivas. La gente que está expuesta al comportamiento típico del mismo puede, sin saberlo, transformase en parte del trastorno. Amigos, parejas y familiares usualmente toman este comportamiento como una cuestión personal y se sienten atrapados en un círculo de culpa, depresión, furia, negación, aislamiento y confusión. Tratan, entonces, de afrontar la situación de maneras que no funcionan en el largo plazo o que empeoran la situación. Mientras tanto, el comportamiento característico de las personas con Desorden Límite de la Personalidad se ve reforzado porque la gente que interactúa acepta la responsabilidad por sentimientos y acciones que en realidad no les corresponden.
Algunas de las reacciones habituales son las que se describen a continuación:
• Tratar de esconder sentimientos o pensamientos por miedo a la reacción del otro.
• Sentir que lo que se dice puede invertirse en su sentido para ser usado en contra.
• Sentir que se es criticado por todo lo que está mal en una relación, aún cuando esto parezca no tener sentido.
• Ser foco de intensas, violentas e irracionales peleas, alternados con períodos en que la persona actúa de manera normal o cariñosa.
• Sentirse manipulado, controlado o víctima de chantaje emocional.
• Percibir la fluctuación en la valoración (idealización o denigración) sin motivos racionales para el cambio.
• Tener miedo de pedir cosas en el marco de una relación para no ser tomado como demandante. Esto refuerza el sentimiento de que las propias necesidades no son importantes o pueden postergarse.
• Sentir que el punto de vista propio siempre es denigrado, y que las expectativas cambian constantemente.
• Sentirse incomprendido la mayor parte del tiempo.
• Ante la posibilidad de un abandono de una relación, quién padece el Desorden Límite de la Personalidad promete que va a cambiar; puede hacer declaraciones de amor o volverse amenazante.
• Dificultad en hacer planes (por ejemplo, compromisos sociales), por los cambios de humor y la impulsividad.
¿Cuáles son los pensamientos habituales de los familiares y allegados?
• «Soy responsable de todos los problemas en esta relación»
• «Todas las acciones de la otra persona se relacionan conmigo»
• «Es mi responsabilidad resolver todos los problemas de la otra persona, y si yo no puedo hacerlo, entonces nadie va a poder»
• «Si la/lo puedo convencer de que tengo razón, estos problemas van a desaparecer»
• «Si puedo probar que sus acusaciones son falsas, entonces va a volver a confiar en mí»
• «Querer realmente a alguien implica aceptar su abuso físico o emocional»
• «Esta persona no puede hacer nada con su comportamiento, así que no debería responsabilizarlo por su conducta»
• «Establecer límites personales hiere a los demás y por lo tanto es un error»
• «Si trato de hacer algo para mejorar la situación y esto no funciona, debo seguir intentándolo hasta hacer que funcione»
¿Cómo reaccionan los familiares y allegados?
Las siguientes son algunas de las reacciones habituales:
• Negación
• Enojo
• Depresión
• Aturdimiento
• Culpa y vergüenza
• Pérdida de la autoestima
• Co-dependencia
• Sentirse atrapado
• Sentirse sin esperanza
• Retirarse de la situación
• Aislamiento
• Adopción de hábitos poco saludables
• Atención excesiva a síntomas y enfermedades físicas
¿Se pueden desarrollar habilidades por parte de los familiares y allegados para manejar las situaciones conflictivas?
Por supuesto que sí. Veamos un ejemplo: los disparadores. Se denomina disparadores a determinadas situaciones que generan una reacción intensa y automática. Comenzar a identificar los eventos que disparan estas reacciones hace que sea más fácil anticiparlas y que se implementen algunas estrategias para que se vuelvan más manejables (se puede pedir ayuda a los profesionales tratantes cuando una vez identificado los disparadores hay dificultad para saber cómo manejarlos)
Es importante entender que los comportamientos disfuncionales de las personas con TLP no son dirigidos al familiar o allegado en forma intencional, sino que son parte del problema, es decir hay que despersonalizarlos.
Saber sobre los disparadores NO significa evitarlos (esto no es recomendable porque los eventos disparadores son oportunidades para que la persona con TLP practique habilidades de tolerancia al malestar, regulación de sus emociones, entre otras), sino reconocerlos para afrontar las situaciones conflictivas en forma más eficaz.
Algunos disparadores habituales son:
• Percibir un abandono
• Sentirse invalidado y recibir críticas
• Estar en situaciones donde otro es el centro de atención
• Sentirse estigmatizado o etiquetado (señalado como loca o loco, por ejemplo)
• Sentir que los demás son impredecibles (lo que genera inseguridad)
Otro tema muy importante en el que la familia tiene un rol central es en el de aprender a comunicarse de manera validante. Para entender la importancia de esto imaginemos que la activación de una emoción intensa dolorosa en una persona con Desorden Límite de la Personalidad es como una fogata, dar una respuesta invalidante es como echar más leña. En cambio dar una respuesta validante (validar la emoción) es como tener un pequeño vaso de agua que no es suficiente para extinguirlo pero sí ayuda que de forma gradual se vaya apagando.
QUÉ ES VALIDAR?
Cuando validamos aceptamos y reconocemos verbalmente las emociones de la otra persona como expresión auténtica de su propia visión del mundo, y de sus sentimientos. Validar no debe ser entendido como estar de acuerdo ni dar la razón cuando existen diferencias con el otro. Tampoco significa animar, aprobar ni adular.
- Validar no es solucionar lo que el otro debería solucionar por sus propios medios.
- Lo que se valida son las emociones o sentimientos , no las conductas. Por esto es muy importante que al escuchar a la persona con TLP pongamos atención en captar la emoción que está presente.
Ejemplos:
“Entiendo que estés enojada con tu profesora porque te reprobó en el examen, habías estudiado mucho y sentís que fue injusto.”
«Parece que ésta situación te angustia mucho, puede ser?, querés hablar de eso?”
Resulta más sencillo validar cuando la persona con Desorden Límite de la Personalidad se muestra con tristeza, con miedo o con vergüenza.
Es más difícil validar los sentimientos de ira. Más aún cuando la ira está dirigida a uno y con frecuencia solemos defendernos con argumentos que llevan a más problemas, intensificando el malestar. Para validar la ira, una vez más, recordemos que debemos validar el sentimiento y no las conductas, y también tener presente que la mayoría de las veces, detrás de la ira, hay un intenso miedo y dolor (por ejemplo: dolor por sentirse no querida, no valorada, frustración, etc.) Cuando validamos no solucionamos todos los problemas pero hacemos lo necesario para no empeorar la situación y esto, aún cuando usted no lo valore adecuadamente, significa mucho.
Que es lo que no funciona:
• justificar nuestra conducta
• tomar las conductas, reacciones u otras expresiones como algo personal
• dar consejos
• minimizar la situación
• dar respuestas lógicas
• dar ultimátum
• intentar solucionar todos los problemas de las personas con Desorden Límite de la Personalidad.
Que sí funciona:
– Escuchar al otro atentamente haciendo el esfuerzo por captar la emoción presente.
– No afirmar y expresar en forma tajante e irreducible lo que uno piensa que le pasa al otro (es más recomendable decir cosas como: «pareciera que esto te enoja mucho” o “te noto angustiada, puede ser?”)
– Ayudar al otro a encontrar alguna solución al problema presente, en la medida de las posibilidades.
Poner en práctica todo esto trae los siguientes beneficios:
- La persona con Desorden Límite de la Personalidad se sentirá escuchada.
- Usted estará en mejores condiciones para escuchar las necesidades de su ser querido.
- Usted se convertirá en un modelo para su familiar (es decir, un modelo de cómo se comporta una persona asertivamente, que escucha atentamente y no invalida. Estas habilidades las personas con TLP no las tienen y la mejor forma de aprenderlas es experimentándolas con otros)
Hay algunos aspectos que pueden ayudar a mejorar la situación de los familiares o allegados de personas con diagnóstico de Desorden Límite de la Personalidad, como lo son: buscar ayuda, no tomar como una cuestión personal los comportamientos típicos del Desorden Límite de Personalidad, cuidarse apuntalando su autoestima, su identidad y su particularidad (esto es tener sus espacios propios y distracciones como hacer ejercicio físico, salir con amistades, en definitiva no dedicar todo su tiempo y energía al cuidado y atención de su familiar).
Sintetizando, y a modo de reflexión el Desorden Límite de la Personalidad se trata de un desorden que suele aparecer en la adolescencia y perdura durante la vida adulta, muchas veces con períodos de mejoría evidente y otros de crisis, generalmente desatadas por algún suceso vital (separaciones, divorcios, perdida de empleo, entre otras). Mucha gente que sufre este desorden refiere estabilizarse cerca de la cuarta década, especialmente si han realizado tratamientos psicológicos y psiquiátricos, lo cual es muy frecuente. De hecho los estudios estadísticos demuestran que en general intentan varios tratamientos a lo largo de sus vidas. El nivel de satisfacción con los mismos no es siempre bueno, y los cambios de médicos y psicoterapeutas son muy frecuentes, a veces motivados por la persona con el desorden o por los familiares.
Es importante tener paciencia para aceptar las cosas que no se pueden cambiar, coraje y motivación para cambiar aquello que sí se puede cambiar y sabiduría para reconocer la diferencia.
Fuentes:
Manual de Tratamiento de los Trastornos de la Personalidad Límite. Marsha Linehan. Paidós.
Manual de Entrenamiento en Habilidades DBT para el/la Terapeuta. Marsha Linehan. Tres Olas Ediciones.
Manual de Entrenamiento en Habilidades DBT para el/la Consultante. Marsha Linehan. Tres Olas Ediciones.
Sumar al Amor. Habilidades para mejorar relaciones en presencia de emociones intensas. Paula José Quintero. Pablo Gabliesi. Tres Olas Ediciones.